sábado, 31 de enero de 2009

Herramientas para la producción de texto argumentativo

Texto de Wilson Gómez

Haría falta - como falta todavía para todas las artes una franja especial en el bachillerato con clases de literatura que sólo pretendan ser guías inteligentes de lectura y reflexión para formar buenos lectores. Porque formar escritores es otro cantar. Nadie enseña a escribir, salvo los buenos libros, leídos con la aptitud y la vocación alertas. La experiencia de trabajo es lo poco que un escritor consagrado puede transmitir a los aprendices si éstos tienen todavía un mínimo de humildad para creer que alguien puede saber más que ellos. Para eso no haría falta una universidad, sino talleres prácticos y participativos, donde escritores artesanos discutan con los alumnos la carpintería del oficio: como sé les ocurrieron sus argumentos, cómo imaginaron sus personajes, cómo resolvieron sus problemas técnicos de estructura, de estilo, de tono, que es lo único concreto que a veces puede sacarse en limpio del gran misterio de la creación” (GARCÍA Marquez Gabriel. Un Manual Para Ser Niños. 1995.Op. Gráficas. Santa fe de Bogotá. Colombia) Cinco apuntes al margen sobre escritura. “Escribo para evitar que al miedo a la muerte se sume el miedo a la vida”. Augusto Roa Bastos.
Por: Wilson Gòmez
Primera idea: El hombre es un ser simbólico; construye el sentido de realidad a partir de la capacidad semántica con la cual elabora sistemas de significación. Digamos que cada uno de nosotros y gracias a la interacción que ha establecido a través del tiempo con las cosas del mundo y con los otros, ha desarrollado complejas estructuras simbólicas desde donde da significado a cada situación u objeto que le rodea. A estas complejas estructuras los teóricos han dado el nombre de universo simbólico, que sería, en términos modernos, algo así como nuestro disco duro. Todo lo que está a nuestro lado tiene un valor, una utilidad, un significado que lo diferencia de lo demás. El nombre que hemos acordado para cada cosa es el resultado de un esfuerzo de simbolización. Las palabras tienen sentido en la medida en que puedan representarnos una imagen. La principal evidencia de la capacidad simbólica del hombre es el lenguaje: la música, la pintura, el teatro, la escritura misma, expresan y articulan el sentido de lo que el ser humano va construyendo en su relación con el universo. En esencia, aprender a leer y a escribir es aprender a moverse en un escenario de signos. (…)Con el surgimiento de la escritura propiamente dicha, el hombre se libera de ese límite memorístico, porque la escritura le permite poner el pensamiento en otra parte, verlo. De este modo, la preocupación por mantener viva una información es desplazada por la posibilidad de crear, de construir conocimiento. Gracias a esta tecnología de la palabra, el hombre es capaz de poner afuera su pensamiento, pensar sobre lo ya pensado, sistematizar el saber y convertirlo en teoría, de ahí que debamos reconocer que la filosofía y el avance científico del hombre en lo últimos dos mil años, fue posible por la escritura. Segunda idea.La escritura es un fenómeno semiótico. Si bien es cierto que para escribir nos valemos de un código socialmente acordado que goza de un complejo entramado de reglas y disposiciones gramaticales, semánticas, lingüísticas..., de ningún modo se puede aceptar la idea de que escribir pueda ser un evento mecánico. La escritura es una techné de apropiación simbólica del mundo, una herramienta, de construcción de sentido y conocimiento. Como dice Walter Ong: “una tecnología que estructura lógicamente el pensamiento” , "Gracias a ella, es posible hacer registros, comunicarse, controlar o influir sobre la conducta de los otros, lo cual supone un efecto de distanciamiento en la medida en que permite trascender las condiciones inmediatas, prefigurar y modificar la acción, evitar que la discusión racional comience de cero, proseguir-mas allá de las generaciones discusiones abiertas, ir decantando el conocimiento, facilitar tanto el cuestionamiento como la universalización de las condiciones de validez, rectitud y sinceridad de lo que se dice, y construir una identidad cultural menos deleble".La escritura es una actividad intelectual que produce influencias recíprocas: entre las actividades de producción del lenguaje oral y escrito; y entre los artefactos de producción del lenguaje escrito (manual. Imprenta y electrónica). También produce influencias reflexivas sobre la manera de percibir, producir y analizar el lenguaje sobre la capacidades intelectuales de registrar planificar, corregir y construir el lenguaje y sobre el conocimiento general. Tercera idea.Escribir es, de muchas maneras, valernos del lenguaje para pensar. Con la escritura, las ideas se vuelven concretas, objetivas, posibles para otros. Y de este modo, susceptibles de perfeccionamiento. La escritura constituye una herramienta de estructuración lógica del pensamiento. Con la palabra escrita moldeamos el conocimiento, le damos forma, ajustamos las ideas. No es que en la oralidad no haya rigor; sería absurdo afirmarlo, lo que sucede es que la palabra dicha desaparece, sólo existe mientras se le esté nombrando, aunque se repita es otra, nunca es la misma. Nunca una imagen permanece intacta. Con cada nueva experiencia perceptiva las ideas se modifican, se trastocan, adquieren matices insospechados. La escritura permite atrapar y moldear los impulsos de la mente. De muchas maneras un escritor es un cazador de momentos, de acciones, de argumentos de giros de esa materia indomable que es el lenguaje. Así como el alicate es una extensión de la mano, los lentes una extensión afortunada de la vista, la escritura es sin duda una extensión del pensamiento como dice Borges del libro Cuarta idea.Escribir, como lo afirma Fernando Vásquez es " Un acto de reconocimiento" un viaje de exploración al indescifrable y desconocido universo de nuestra propia conciencia. Con la escritura, el ser humano puede separase de sí mismo, tomarse distancia en el tiempo y el espacio. Asumir con pretensión objetiva las verdades aparentes, los fantasmas y demonios. Enrique Vila-Matas lo dice de esta manera " Antes se aprende a morir que a escribir... porque escribir es corregir la vida -aunque sólo corrijamos una sola coma al día-, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica (debido a su carácter de horrenda, el tributo que debemos pagar para escribir y renunciar a parte de la vida auténtica no es pues tan duro como podría pensarse) Cuando escribimos nos enfrentamos también a la certeza de lo desconocido, de la ignorancia. Una página en blanco puede ser también un juez implacable de nuestra estupidez. Sólo escribiendo podemos tener la seguridad de lo que realmente sabemos o desconocemos. Escribir puede ser una excelente oportunidad para asistir al juicio de nuestra propia subjetividad. La escritura me obliga a concretarme, a tomar posición. Aunque trate de esconderme en la máscara de la neutralidad, siempre saltarán a la vista del lector las intenciones que esconden mi razonamiento. Quinta idea.Escribir es un oficio que compromete procesos complejos de pensamiento que parten del acto creativo en la generación de ideas hasta su organización en una estructura en la cual se combinan estrategias de síntesis, análisis, explicación y desarrollo argumentativo, que implican no sólo el dominio de una información previa obtenida en la lectura de textos escritos y de mundo (competencia enciclopédica) sino también, de los procedimientos normativos de la lengua como sistema. Todo ello guiado por una intención, unos intereses, una lógica, un sentido. Escribir es también un ejercicio artesanal, si nos permitimos el término, es creación y recreación de entramados de ideas cohesionadas y coherentes. Cuando escribimos nos sometemos a una dinámica que exige el adiestramiento en las formas básicas de razonamiento, al manejo lógico del lenguaje. La argumentación Argumentar significa defender una idea o una opinión aportando un conjunto de razones que justifiquen nuestra postura.La argumentación tiene una importancia enorme en la vida social. Utilizamos la argumentación para justificar nuestros pensamientos o nuestros comportamientos, para persuadir a los demás de nuestros puntos de vista, para influir sobre el comportamiento de los otros, como base para la toma de decisiones... De hecho, ámbitos de tanta importancia social como la política o la administración de justicia se basan en la argumentación.La capacidad para argumentar correctamente suele ir emparejada con la capacidad de influir sobre las personas y es un reflejo de la organización del pensamiento. Elementos de la argumentaciónEn toda argumentación podemos distinguir tres elementos: el objeto de la argumentación, la tesis y los argumentos. El objeto de la argumentación es el tema sobre el cual se argumenta. Por ejemplo, la situación política actual, el tráfico en las ciudades o el examen de selectividad pueden ser temas de argumentación. La tesis es la postura que el argumentador tiene respecto al tema objeto de argumentación. Éstas son, por ejemplo, dos posibles tesis en relación al tema «El examen de selectividad»: El examen de selectividad es necesario. El examen de selectividad es innecesario. Los argumentos son las razones en las que basamos nuestra postura ante el tema objeto de la argumentación. Por ejemplo, la tesis «El examen de selectividad es necesario» puede sustentarse en los siguientes argumentos: Conviene que se forme a la gente para aquellos puestos que necesita el país. Hay que evitar que los estudiantes se concentren en algunas carreras para las que luego no hay salida. Debe haber un examen que mida por igual a todos los estudiantes con independencia del centro del que procedan. Lógicamente los argumentos deben estar directamente relacionados con el objeto de la argumentación y con la tesis que defiende. Tipos de argumentaciónUnas veces nos vemos obligados a argumentar para defender una idea u opinión propia o aceptada por nosotros; otras veces, en cambio, nuestra argumentación no pretende mostrar la bondad o validez de nuestra postura, sino mostrar nuestro desacuerdo con una postura diferente a la nuestra. Por eso, y según el objetivo que se pretenda alcanzar, se habla de dos tipos de argumentación: la argumentación positiva y la argumentación negativa. La argumentación positiva o prueba consiste en presentar argumentos que respalden nuestra postura ante el tema objeto de la argumentación. La argumentación negativa o refutación consiste en aportar argumentos que sirvan para rechazar los argumentos contrarios a nuestra postura. Clases de argumentosA la hora de preparar una argumentación se pueden utilizar diferentes clases de argumentos. Los más importantes son los argumentos racionales, los de hecho, los de ejemplificación y los de autoridad. • Argumentos racionales. Los argumentos racionales son aquellos que se basan en las ideas y verdades admitidas y aceptadas por el conjunto de la sociedad. Un ejemplo de argumento racional para apoyar la tesis «No hay que contaminar el mar» seria el siguiente: • El mar es una fuente de vida. • Argumentos de hecho. Los argumentos de hecho son aquellos que se basan en pruebas observables. Por ejemplo, la tesis «Este año ha llovido muy poco» puede sustentarse en un argumento de hecho como el siguiente: • Los pantanos están a un tercio de su capacidad. • Argumentos de ejemplificación. Los argumentos de ejemplificación son aquellos que se basan en ejemplos concretos. Así, la tesis «La mayoría de los países desarrollados aprovechan sus residuos», se puede apoyar en argumentos de ejemplificación como los siguientes: • Alemania recicla su papel usado desde hace muchos años. Japón fabrica objetos de plástico a partir de plástico ya usado. • Argumentos de autoridad. Los argumentos de autoridad son aquellos que están basados en la opinión de una persona de reconocido prestigio. Por ejemplo, la tesis «En todas las épocas, el dinero ha tenido un gran poder», se puede apoyar en el siguiente argumento de autoridad: Ya dijo Quevedo: «Poderoso caballero es don dinero». El texto argumentativoEl texto argumentativo es un tipo de texto que habitualmente combina partes expositivas y partes argumentativas. Así, por ejemplo, es frecuente que el texto argumentativo comience con la presentación de unos hechos –exposición– y continúe con las razones que justifican una determinada postura frente a esos hechos –argumentación–. A diferencia de los textos expositivos, en los que el emisor permanece generalmente oculto tras fórmulas Impersonales, muchos textos argumentativos muestran una clara presencia del emisor y del destinatario. • El emisor se manifiesta, por ejemplo, en el uso de la primera persona en verbos y pronombres. • El destinatario se manifiesta en las fórmulas que el emisor incluye para dirigirse directamente a él y, a veces, pedirle su adhesión a la tesis que defiende. Estructura del texto argumentativoLos textos argumentativos suelen estructurarse en cuatro partes claramente diferenciadas: la presentación, la exposición de los hechos, la argumentación y la conclusión. • La presentación es una especie de introducción que da comienzo al discurso. Tiene como finalidad presentar ante el receptor el tema sobre el que se va a argumentar. Además, el argumentador intenta generalmente captar la atención del destinatario y despertar en él una actitud favorable. • La exposición de los hechos tiene como objeto enumerar y explicar los hechos que se consideran fundamentales y presentar la tesis de forma clara y concisa. • La argumentación suele ocupar la parte central del texto y contiene los argumentos que apoyan la tesis o postura del argumentador. • La conclusión es la parte final del texto argumentativo. Debe contener un resumen de lo expuesto y recoger tanto la tesis del argumentador como los argumentos principales. La conclusión es la última oportunidad que tiene el emisor para convencer al destinatario de sus ideas u opiniones. La lógica argumentativaPara que una argumentación sea correcta, los razonamientos deben estar sujetos a las leyes de la lógica. Cuando en un texto argumentativo la lógica no se utiliza o se utiliza incorrectamente, entonces nos encontramos ante una mala argumentación.Una mala argumentación se produce muchas veces como consecuencia de la ignorancia o inexperiencia del argumentador. Pero en ocasiones se recurre a argumentaciones incorrectas de forma consciente, con la intención de convencer al destinatario del mensaje por medios no racionales. Errores en la argumentaciónEn general, podemos hablar de dos grandes tipos de argumentos no sujetos a las leyes de la lógica: los argumentos incorrectos y los falsos argumentos. • Los argumentos incorrectos se derivan de la mala utilización de la lógica argumental, y son especialmente frecuentes en las personas inexpertas. Entre ellos destacan los siguientes: • Elevar lo particular a la categoría de general. Este error se basa en hacer generalizaciones a partir de uno o varios datos que resultan insuficientes. Por ejemplo: Tengo un vecino alemán que ha aprendido español en dos meses, luego a todos los alemanes les resulta muy fácil aprender español. • Incurrir en círculos viciosos. Es un error que consiste en utilizar dos hechos indistintamente como causa y consecuencia. Quien cae en este error no hace más que dar vueltas a las ideas sin aclarar nada. Por ejemplo: Mi hermana no viene a verme porque no me quiere, luego mi hermana no me quiere porque no viene a verme. • Establecer falsas relaciones de causa–efecto. Por ejemplo: He pasado por debajo de una escalera y después me he caído, luego pasar por debajo de una escalera da mala suerte. • Los falsos argumentos son, en realidad, modos de persuasión ajenos a la lógica argumental. Los más utilizados son los siguientes: • Apelar a los sentimientos del destinatario. Este procedimiento persuasivo va desde el halago hasta la compasión pasando por la amenaza. Por ejemplo: Como ustedes son personas inteligentes y muy preparadas científicamente, sabrán comprender la importancia que tiene la teoría que defiendo. • Apelar a la importancia, al prestigio o a la autoridad del emisor. Este tipo de argumentación trata de captar la adhesión incondicional del destinatario o del auditorio no por la tesis en sí, sino por la persona que la defiende. Se utilizan, por ejemplo, cuando el argumentador emplea falsos argumentos como éste: Ustedes saben que yo nunca defendería nada que no fuera cierto... La argumentación en los mediosAdemás de informar, los medios de comunicación tienen la misión de orientar al público para que interprete los hechos y los acontecimientos de una determinada manera. Por eso, en numerosas ocasiones el periodista no sólo expone unos hechos, sino que también transmite sus ideas o sus opiniones y argumenta sobre ellos. Esta mezcla de exposición y argumentación es muy frecuente en artículos periodísticos: Un siglo muertoDe nada sirven las quejas y los lamentos. Lo único que hay real, tristemente real, es el hecho de que Aragón ha perdido la vida en 20.000 de sus hectáreas más ricas. Una catástrofe ecológica y económica de la que no se repondrá, en el mejor de los casos, hasta dentro de cien años.Las causas naturales que originaron el incendio no esconden las múltiples deficiencias de medios y coordinación, que favorecieron la propagación y extensión de las llamas. No hay que olvidar que cuando aún se discutía en los despachos de¡ Gobierno de Aragón los planes contra incendios de este verano, el fuego ya estaba devorando la vida vegetal y animal de El Maestrazgo turolense y amenazando seriamente a poblaciones habitadas. Por ello, de esta triste e irrecuperable experiencia deben sacarse las suficientes conclusiones. Primera y fundamental, que, lejos de luchas políticas, se apruebe inmediatamente un plan de mejora de masas arboladas y que se le dote de los recursos suficientes para evitar que a finales de este verano Aragón huela a chamusquina. Diario 16 AragónGracias a su capacidad de argumentación, los medios de comunicación influyen directamente en la opinión pública, orientándola en un determinado sentido. Por eso, para muchos, los medios de comunicación se han convertido en una especie de «cuarto poder» de nuestra sociedad. Los géneros argumentativosLos periódicos y demás medios de comunicación social tienen reservados unos lugares en los que desarrollan de forma especial su labor orientadora. Y al igual que hay géneros periodísticos para exponer hechos ante el público -como, por ejemplo, la noticia- hay otros cuya misión principal es la de argumentar sobre tales hechos. Los principales géneros periodísticos de carácter argumentativo son el artículo de fondo y el editorial. Tomado de: cursos.pnte.cfnavarra.es/mmuruza1/lenguaje/argumen.htm EL HIJO PRODIGO Susan Sontag La trayectoria ensayística de Susan Sontag comprende momentos clave en la reflexión del pensamiento moderno: Contra la interpretación, Bajo el signo de Saturno, La enfermedad y sus metáforas y El sida y sus metáforas son sólo algunos de sus libros más conocidos. Aquí la autora de El amante del volcán, novela recientemente publicada en México, diserta sobre uno de los géneros literarios más complejos: el ensayo. Supongo que debo empezar por hacer una declaración de interés. Los ensayos ingresaron en mi vida de lectora precoz y apasionada de una manera tan natural como lo hicieron los poemas, los cuentos y las novelas. Estaba Emerson al igual que Poe, los prefacios de Shaw al igual que sus obras teatrales, y un poco después los Ensayos de tres décadas de Thomas Mann, y ``La tradición y el talento individual'' de T.S. Eliot en paralelo con La tierra baldía y Los cuatro cuartetos, y los prefacios de Henry James al igual que sus novelas. Un ensayo podía ser un acontecimiento tan transformador como una novela o un poema. Uno terminaba de leer un ensayo de Lionel Trilling o de Harold Rosenberg o de Randall Jarrel o de Paul Goodman, para mencionar apenas unos cuantos nombres norteamericanos, y pensaba y se sentía diferente para siempre. Ensayos con el alcance y la elocuencia de los que menciono son parte de la cultura literaria. Y una cultura literaria -esto es, una comunidad de lectores y escritores con una curiosidad y una pasión por la literatura del pasado- es justamente lo que no se puede dar por sentado en la actualidad. Hoy es más frecuente que un ensayista sea un ironista dotado o un tábano, que un sabio. El ensayo no es un artículo, ni una meditación, ni una reseña bibliográfica, ni unas memorias, ni una disquisición, ni una diatriba, ni un chiste malo pero largo, ni un monólogo, ni un relato de viajes, ni una seguidilla de aforismos, ni una elegía,Êni un reportaje, ni... No, un ensayo puede ser cualquiera o varios de los anteriores. Ningún poeta tiene problemas a la hora de decir: soy un poeta. Ningún escritor de ficción duda al decir: estoy escribiendo un cuento. El ``poema'' y el ``cuento'' son formas y géneros literarios todavía relativamente estables y de fácil identificación. El ensayo no es, en ese sentido, un género. Por el contrario, ``ensayo'' es apenas un nombre, el más sonoro de los nombres que se da a una amplia variedad de escritos. Los escritores y los editores suelen denominarlos ``piezas''. No se trata solamente de la modestia o de la informalidad de los norteamericanos. Una cierta actitud defensiva rodea en la actualidad la noción de ensayo. Y muchos de los mejores ensayistas de hoy se apresuran a declarar que su mejor trabajo ha de encontrarse en otro lugar: en escritos que resultan más ``creativos'' (ficción, poesía) o más exigentes (erudición, teoría, filosofía). Concebido con frecuencia como una suerte de precipitado a posteriori de otras formas de escritura, el ensayo se define mejor por lo que también es -o por lo que no es. El punto lo ilustra la existencia de esta antología, ahora en su séptimo año. Primero fueron Los mejores cuentos norteamericanos. Luego, alguien preguntó si no podríamos tener también Las mejores piezas cortas -¿de qué?- de no ficción. La más exacta de las definiciones del ensayo, así como la menos satisfactoria, es la siguiente: un texto en prosa corto, o no tan largo, que no cuenta una historia. Y sin embargo se trata de una forma muy antigua -más antigua que el cuento, y más antigua, cabría sostenerlo, que cualquier narración de largo aliento que pueda llamarse en propiedad una novela. La escritura ensayística surgió en la cultura literaria de Roma como una combinación de las energías del orador y del escritor de cartas. No sólo Plutarco y Séneca, los primeros grandes ensayistas, escribieron lo que llegó a ser conocido como ensayos morales, con títulos como ``Sobre el amor a la riqueza'', ``Sobre la envidia y el odio'', ``Sobre el carácter de los entrometidos'', ``Sobre el control de la ira'', ``Sobre los muchos amigos'', ``Sobre cómo escuchar discursos'' y ``Sobre la educación de los niños'' -esto es, prescripciones confiadas de lo que han de ser la conducta, los principios y la actitud-, sino que asimismo hubo ensayos, como el de Plutarco sobre las costumbres de los espartanos, que son puramente descriptivos. Y su ``Sobre la malicia de Herodoto'' es uno de los ejemplos más tempranos de un ensayo dedicado a la lectura cuidadosa del texto de un maestro: es decir, lo que llamamos crítica literaria. El proyecto del ensayo exhibe una continuidad extraordinaria, que casi se prolonga hasta el día de hoy. Dieciocho siglos después de muerto Plutarco, William Hazlitt escribió ensayos con títulos como ``Sobre el placer de odiar'', ``Sobre los viajes emprendidos'', ``Sobre el amor a la patria'', ``Sobre el miedo a la muerte'', ``Sobre lo profundo y lo superficial'', ``La prosa de los poetas'' -los tópicos perennes-, así como ensayos sobre temas sesgadamente triviales y reconsideraciones de grandes autores y sucesos históricos. El proyecto del ensayo inaugurado por los escritores romanos alcanzó su clímax en el siglo XIX. Virtualmente todos los novelistas y poetas decimonónicos prominentes escribieron ensayos, y algunos de los mejores escritores del siglo (Hazlitt, Emerson) fueron principalmente ensayistas. Fue también en el siglo XIX cuando una de las transposiciones más familiares de la escritura ensayística -el ensayo disfrazado de reseña bibliográfica- obtuvo su lugar de privilegio. (La mayoría de los ensayos importantes de George Eliot fueron escritos como reseñas bibliográficas en el Westminster Review.) Al tiempo que dos de las mejores mentes del siglo, Kierkegaard y Nietzsche, podrían considerarse practicantes del género -más conciso y discontinuo en el caso de Nietzsche; más repetitivo y verboso en el de Kierkegaard. Por supuesto que calificar de ensayista a un filósofo es, desde el punto de vista de la filosofía, una degradación. La cultura regentada por las universidades siempre ha mirado el ensayo con sospecha, como un tipo de escritura demasiado subjetiva, demasiado accesible, a duras penas un ejercicio en las bellas letras. El ensayo, en tanto contrabandista en los solemnes mundos de la filosofía y de la polémica, introduce la digresión, la exageración, la travesura. Un ensayo puede tratar el tema que se quiera, en el mismo sentido en que una novela o un poema pueden hacerlo. Pero el carácter afirmativo de la voz ensayística, su ligazón directa con la opinión y con el debate de actualidad, hacen del ensayo una empresa literaria más perecedera. Con unas cuantas excepciones gloriosas, los ensayistas del pasado que sólo escribían ensayos no han sobrevivido. En su mayor parte, los ensayos de otros tiempos que todavía interesan al lector educado pertenecen a escritores que no importaban de antemano. Uno tiene la oportunidad de descubrir que Turgueniev escribió un inolvidable ensayo-testimonio contra la pena capital, anticipándoseÊa los que sobre el mismo tema escribieron Orwell y Camus, porque tenía presente a Turgueniev como novelista. De Gertrude Stein nos encantan ``Qué son las obras maestras'' y sus Conferencias sobre América porque Stein es Stein es Stein. No es sólo que un ensayo pueda tratar de cualquier cosa. Es que lo ha hecho con frecuencia. La buena salud del ensayo se debe a que los escritores siguen dispuestos a entrarle a temas excéntricos. En contraste con la poesía y la ficción, la naturaleza del ensayo reside en su diversidad -diversidad de nivel, de tema, de tono, de dicción. Todavía se escriben ensayos sobre la vejez o el enamoramiento o la naturaleza de la poesía. Pero también los hay sobre la cremallera de Rita Hayworth o sobre las orejas de Mickey Mouse. A veces el ensayista es un escritor que se ocupa más que todo de otras cosas (poesía y ficción), que también escribe... polémicas, versiones de viajes, elegías, reevaluaciones de predecesores o rivales, manifiestos de autopromoción. Sí. Ensayos. A veces ``ensayista'' puede no ser más que un eufemismo solapado para ``crítico''. Y, claro, algunos de los mejores ensayistas del siglo XX han sido críticos. La danza, por ejemplo, inspiró a André Levinson, a Edwin Denby y a Arlene Croce. El estudio de la literatura ha producido una vasta constelación de grandes ensayistas -y aún los produce, a pesar del acaparamiento que sobre los estudios literarios ha hecho la academia. A veces el ensayista es un escritor difícil que ha condescendido, felizmente, a la forma del ensayo. Habría sido deseable que otros de los grandes filósofos, pensadores sociales y críticos culturales europeos de comienzos del siglo XX hubieran imitado a Simmel, Ortega y Gasset, y Adorno, los cuales probablemente se leen hoy con placer apenas en sus ensayos. La palabra ensayo viene del francés essai, intento -y muchos ensayistas, incluido el más grande de todos, Montaigne, han insistido en que una seña distintiva del género es su carácter aproximativo, su suspicacia ante los mundos cerrados del pensamiento sistemático. No obstante, su rasgo más marcado es la tendencia a hacer afirmaciones de un tipo u otro. Para leer un ensayo de la manera apropiada, uno debe entender no solamente lo que argumenta, sino contra qué o contra quién lo hace. Al leer ensayos escritos por nuestros contemporáneos, cualquiera aporta con facilidad el contexto, la polémica pública, el oponente explícito o implícito. Pero el paso de unas cuantas décadas puede dificultar en extremo este procedimiento. Los ensayos van a parar a los libros, si bien suelen iniciar su vida en las revistas. (No es fácil imaginar un libro de ensayos recientes pero inéditos todos.) Así, lo perenne se viste principalmente de lo tópico y, en el corto plazo, ninguna forma literaria tiene un impacto de semejante fuerza e inmediatez sobre los lectores. Muchos ensayos se discuten, debaten y suscitan reacciones en un grado que a los poetas y escritores de ficción a duras penas les cabe envidiar. Un ensayista influyente es alguien con un sentido agudizado de aquello que no se ha discutido (apropiadamente) o de aquello que se debería discutir (de una manera diferente). Con todo, lo que hace perdurar un ensayo no son tanto sus argumentos cuanto el despliegue de una mente compleja y una destacada voz prosística. En tanto que la precisión y la claridad de los argumentos y la transparencia del estilo se consideran normas para la escritura del ensayo, a semejanza de las convenciones realistas, que se consideran normativas para la narración (y con la misma escasa justificación), el hecho es que la más duradera y persuasiva tradición de la escritura ensayística es la que encarna el discurso lírico. Los grandes ensayos siempre vienen en primera persona. A lo mejor el autor no necesitará emplear el ``yo'', toda vez que un estilo de prosa vívido y lleno de sabor, con suficientes apartes aforísticos, constituye de por sí una forma de escritura en primera persona: piénsese en los ensayos de Emerson, Henry James, Gertrude Stein, Elizabeth Hardwick, William Gass. Los escritores que menciono son todos norteamericanos, y sería fácil alargar la lista. La escritura de ensayos es una de las virtudes literarias de este país. Nuestro primer gran escritor, Emerson, se dedicó ante todo a los ensayos. Y éstos florecen en una variedad de vertientes en nuestra cultura polifónica y conflictiva: desde ensayos centrados en un argumento hasta digresiones meditativas y evocaciones. En vez de analizar los ensayos contemporáneos según sus temas -el ensayo de viajes, el de crítica literaria y otra crítica, el ensayo político, la crítica de la cultura, etcétera-, uno podría distinguirlos por sus tipos de energía y de lamento. El ensayo como jeremiada. El ensayo como ejercicio de nostalgia. El ensayo como exhibición de temperamento. Etcétera. Del ensayo se obtiene todo lo que se obtiene de la inquieta voz humana. Enseñanza. Elocuencia feliz desplegada porque sí. Corrección moral. Diversión. Profundización de los sentimientos. Modelos de inteligencia. La inteligencia es una virtud literaria, no sólo una energía o una aptitud que se pone atavíos literarios. Es difícil imaginar un ensayo importante que no sea, primero que todo, un despliegue de inteligencia. Y una inteligencia del más alto orden puede ante sí y de por sí constituir un gran ensayo. (Valga el ejemplo de Jacques Rivire sobre la novela, o Prismas y Mínima moralia de Adorno, o los principales ensayos de Walter Benjamin y de Roland Barthes.) Pero hay tantas variedades de ensayo como las hay de inteligencia. Baudelaire quería intitular una colección de ensayos sobre pintores, Los pintores que piensan. Es este punto de vista uno quintaesencial para el ensayista: convertir el mundo y todo lo que el mundo contiene en una suerte de pensamiento. En la imagen refleja de una idea, en una hipótesis -que el ensayista desplegará, defenderá o vilipendiará. Las ideas sobre la literatura -al revés, digamos, de las ideas sobre el amor- casi nunca surgen si no es como respuesta a las de otras personas. Son ideas reactivas. Digo esto porque tengo la impresión de que usted -o la mayoría de la gente, o mucha gente- dice eso. Las ideas dan permiso. Y yo quiero dar permiso, por intermedio de lo que escribo, a un sentimiento, una evaluación o una práctica diferentes. Esta es, en su expresión preeminente, la postura del ensayista. Yo digo esto cuando usted está diciendo eso no sólo porque los escritores son adversarios profesionales; no sólo para enderezar la balanza o corregir el desequilibrio de una actividad que tiene el carácter de una institución (y la escritura es una institución), sino porque la práctica -y también quiero decir la naturaleza- de la literatura arraiga inherentemente en aspiraciones contradictorias. En literatura, el reverso de una verdad es tan cierto como esa verdad misma. Cualquier poema o cuento o ensayo o novela que importe, que merezca el nombre de literatura, entraña una idea de singularidad, de voz singular. Pero la literatura -que es acumulación- entraña una idea de pluralidad, de multiplicidad, de promiscuidad. Todo escritor sabe que la práctica de la literatura exige un talentoÊpara la reclusión. Pero la literatura... la literatura es una fiesta. Una verbena, la mayor parte del tiempo. Pero fiesta, así y todo. Incluso a título de diseminadores de indignación, los escritores son dadores de placer. Y uno se convierte en escritor no tanto porque tenga algo que decir cuanto porque ha experimentado el éxtasis como lector. Ahí van dos citas que he estado rumiando últimamente. La primera, del escritor español Camilo José Cela: ``La literatura es la denuncia del tiempo en que se vive.'' La otra es de Manet, quien en 1882 se dirigió a alguien que lo visitaba en su estudio de la siguiente manera: ``Muévase siempre en el sentido de la concisión. Y luego cultive sus recuerdos; la naturaleza nunca le dará otra cosa que pistas -es como un riel que evita que uno se descarrile hacia la banalidad. Ha de permanecer usted siempre el amo y hacer lo que le plazca. ¡Tareas, nunca! ¡No, nunca hacer tareas!''. Prólogo a The best American essays, cortesía de El Malpensante, Bogotá, 1997. Traducción: Andrés Hoyos